"¿Y eso dónde lo has aprendido?" es una de las preguntas que más (nos) hacemos cuando indagamos en el conocimiento previo de nuestro alumnado en el aula, como si fuera verdad que el aprendizaje solo tiene lugar en el aula. Quizás eso es lo que más me atrajo de mi campo de investigación: el aprendizaje de lenguas cuando jugamos a videojuegos.
El aula pasa a ser del tamaño del planeta con conexión a internet. Los docentes son hablantes de un idioma distinto que, mediante la interacción, media el aprendizaje de nuestro alumnado, cuyo objetivo NO es aprender ese tiempo verbal que le saca de quicio, sino "cargarse" el núcleo del oponente para dar la victoria a su equipo. Si no se acuerda de una palabra, nadie le riñe por usar el diccionario ni un traductor. Su único feedback negativo ante semejante uso es la ocasional mofa de algún compañero por no haber sabido explicarse bien.
Los docentes no podemos seguir ignorando esta situación y tenemos que sacar el mayor partido de ella. AsÃ, tenemos el deber de mediar con una realidad para dar el máximo número de herramientas posibles al alumnado para que pueda afrontarla con éxito, esto que hemos llamado el "fluir" entre "los espacios lÃquidos (aprendizaje informal) y espacios sólidos (aprendizaje formal)". Será conveniente, entonces, entender desde qué base parte nuestro alumnado y ofrecerle el contenido que necesita para construir un aprendizaje significativo con la finalidad que ellos quieran darle, no la que vengamos nosotros a imponerles a través situaciones que solo se dan en el aula.
Los docentes no podemos seguir ignorando esta situación y tenemos que sacar el mayor partido de ella.
Claro que en este camino no escasean las dificultades. Con el objetivo de intentar sortearlas, aparecen formas de aprendizaje como el Blending Learning, el Mobile Learning o el Flipped Classroom, que intentan facilitar a través de tecnologÃa este aprendizaje personalizado que tanto queremos dar a cada uno de los 35 alumnos/as que integran nuestra aula. En este camino estamos.